Guillermo Lehmann, una ventana a la historia

Tercera generación del inmigrante suizo –alemán que formó la primera colonia agrícola, nos cuenta porque es importante entender la Historia de los pueblos

Se entiende por historia a la ciencia que estudia sucesos del pasado. Para muchos es menéster entender esos sucesos para comprender el presente de los pueblos. La historia aprendida de memoria es nula ya que carece del objetivo principal: “entender”.

“El secreto está en entender la historia. La historia de un pueblo, de su gente, su idiosincrasia. Solo así, se puede explicar el presente” dice Guillermo Lehmann. Este médico de modales tranquilos y habla pausada que por esas cosas de la vida lleva un apellido de peso histórico.Y también por azar, es que se convirtió en historiador e investigador de su bisabuelo, el cual se relaciona directamente con Esperanza y la colonia.

La historia se escribe por azar.Una serie de eventualidades hicieron que la Colonia Esperanza sea medida por un arquitecto desempleado, en lugar de un agrimensor matriculado, que Guillermo Lehmann muriera en Buenos Aires de camino a Europa. De hecho, su nacimiento en Alemania (Sigmaringen) también fue circunstancial, y casualidad o no, todas las colonias fundadas por él lleven nombre de mujer.

-¿Quien fue Guillermo Lehmann?
¨ Fue un comerciante Suizo-Alemán que llega al país en 1864 – 8 años después de la fundación de Esperanza – con una representación de vinos europeos” dice su bisnieto y cuenta que eran épocas donde en Argentina no se sembraba, “eran grandes extensiones de tierra, con muchas cabezas de animales en una especie de convivencia con indígenas”. Los nativos de estas tierras, de costumbres nómades, hacían razias en las que saqueaban y mataban todo a su paso. De hecho aquí en Esperanza, existía un fortín que servía de vigía. Esta vigilancia, situada en lo que hoy se conoce como Barrio La Orilla, estaba formada por hombres armados que trataban de evitar esos arrebatos, muchas veces a costa de sangrientos enfrentamientos con los nativos.En este contexto desolador, Lehmann accede al juzgado del lugar y siendo escribano tiene acceso a cierta información sobre escrituras de tierras locales. Esa información le permitió ser el nexo entre los que querían vender y los que anhelaban comprar.

Y otra vez el azar presente en la historia, sucesos planeados que se mezclan con la casualidad y causalidad de aquellos días. “Esperanza necesitaba ser medida y delimitada” explica Lehmann “el problema era que no había un agrimensor matriculado. Por esos días, la Confederación dejó cesante un arquitecto que fue la persona que midió como pudo y delimitó con estacas, de forma muy rudimentaria los parámetros de esta ciudad”. Técnicamente, Esperanza no tiene plano de mensura, lo que hay fue hecho por un arquitecto desocupado que dispuso la misma institución que lo dejó cesante. Algo que parece una gracia, sino fuera tan cierto y real como lo que sucedió.

Existe otro mito relacionado a Guillermo Lehmann. Muchas de las 16 colonias fundadas por este inmigrante, llevan nombre de mujer. “Tal vez como símbolo en agradecimiento a su “amistad”, dice Guillermo entre risas y se apura a aclarar; “Pilar es por la madre de Mariano Cabal, “Aurelia” por Aurelia Arrotea Alvear de Saguier (esposa de su socio) y “Susana” por Susana Rodríguez de Quintana, también esposa de su socio”.

Guillermo Lehmann, el señor que puso un destilatorio de agua ardiente, el que organizó una imprenta llamada “Esperanza” y fundó un periódico (El Colono del Oeste). El inmigrante que trajo nuevas ideas que clarificarían las organizaciones sociales, tuvo su ocaso de una forma poco clara. Con la idea de volver a Europa, previamente realiza una transacción de mucho valor en Rosario. Días después, el 10 de octubre de 1886, es encontrado muerto en un hotel de Buenos Aires.

El relato sigue, con aciertos y errores. Azares y hechos delineados por hombres que tuvieron claro desde el principio que los cambios tienen que estar sustentados por verdades y sobre todo en la dignidad del trabajo. El resto es historia.