Publicó una sola novela, El retrato de Dorian Gray, en 1890. Con formación en estudios clásicos, en la juventud tuvo la ilusión de amasar una fortuna escribiendo versos.
Fue un artista contracultural cuando esa palabra aún no aparecía en ningún léxico. Famoso por sus aforismos, conoció el éxito gracias a su obras de teatro, «comedias triviales para gente seria», como El abanico de Lady Windermere (1893) y La importancia de llamarse Ernesto(1895).
Acusado de homosexual e «indecencia grave» en 1895, fue a parar a las cárceles de la Inglaterra victoriana, «farisaica y gris», según Jorge Luis Borges.
Luego de cumplir su condena a trabajos forzados, publicó La balada de la cárcel de Readingen 1897, perdió a su familia al elegir a su joven amante, adoptó un seudónimo luego de la muerte de su esposa y pasó una temporada en Italia donde, a la manera de un personaje de Henry James, contrajo una enfermedad fatal.

Hoy se cumplen 120 años de la muerte de Oscar Wilde, en París, a los 46 años. Había nacido en Dublín, en 1864.
«En tiempos de pandemia, con una seguidilla de muertes de ídolos, me pregunto por qué volver a leer a Wilde, y me respondo casi con sus palabras: Para despejar caminos -dice Facundo Soto, docente y autor de una serie de novelas de temática LGBT-.

Para destruir la estupidez de burlarse de los otros y que se creen más vivos por hacerlo. Para resolver los problemas con el ardid de las palabras, y su encanto irónico y cadencioso, con una explosión de significados diversos. Wilde era y es un manantial de luz que no sirve para nada más que para contemplar lo bello y dejar lo feo de lado». En términos del escritor irlandés, «es mejor ser bello que ser bueno, pero es mejor ser bueno que feo».
Según Borges, que seleccionó ensayos y diálogos del autor de De Profundis para un tomo de su colección Biblioteca Personal, a Wilde lo perjudicó la perfección. «Su obra es tan armoniosa que puede parecer inevitable y aun baladí -escribió en Otras inquisiciones-. Nos cuesta imaginar el universo sin los epigramas de Wilde; esa dificultad no los hace menos plausibles».

Adrián Melo es doctor en Ciencias Sociales y autor de varios libros que entrecruzan la historia de la homosexualidad con la estética y la sociología.
La única novela de Oscar Wilde es además una obra maestraLa única novela de Oscar Wilde es además una obra maestra
Además de un icono de la comunidad LGBT, hoy Wilde es un autor canónico, cuya obra ha trascendido a la cultura popular bajo la forma de cómics, relatos para niños, diseños de moda, films y canciones.
El retrato de Dorian Gray es uno de los más bellos manifiestos literarios de la decadencia y el esteticismo, y una de las novelas más refinadas y ambiguas jamás escritas. El escritor, en un ademán de genialidad y elegancia, cumplió al pie de la letra una de sus máximas: «Sé tú mismo, el resto de los papeles ya están elegidos».