HISTORIAS DE LA CIUDAD – Reencarnación

Antes de elegir un gobernador hay que averiguar muy bien sus orígenes. Nadie está muy seguro de lo que fue antes de ser lo que es.  No quiero hablar de política -dijo el Colo mirando con atención a los cuatro o cinco parroquianos que se juntaban en el boliche para el vermú de las once- pero ahora que tenemos gobernador quiero que decirles que acá se han dicho cosas muy feas e injustas del candidato Miguel Del Sel.
“Ya sé que el hombre es un cómico y que no es común que un cómico se transforme en político, pero cualquiera puede ser lo que quiera porque este es un país libre”.
-Usted, por ejemplo -dijo el colo señalando a un gordo que leía el periódico local “Al Margen”- ¿qué prefiere ser usted, un cerdo o lo que es ahora?
– Oiga, sin ofender a la clientela, che -dijo el bolichero.
-Depende que clase de cerdo -dijo el gordo- porque si se trata de un cerdo de raza, un Yorkshire por ejemplo, es una cosa. Y otra muy distinta es un chancho cualquiera de esos que comen repollos podridos y restos de ensalada de papa.
-¡Muy bien, entonces usted prefiere ser lo que es ahora y no un cerdo!
– ¿No me diga que usted cree en la reencarnación don Colo? -insistió el dueño del boliche de la calle Córdoba.-
– Sí señor -dijo el Colo.
-¿Usted cree entonces en la posibilidad de que un político como Del Sel haya sido antes un animal?
-Sí señor, es muy posible. Quién puede asegurar que en otra vida, Del Sel, o cualquiera de los aquí presentes no hayan sido un caballo, por ejemplo.
– O en todo caso un burro -dijo el gordo.
-Cuántos son los que se manifiestan con actitudes extrañas. ¿A cuántos les gusta el barro?
– O hacer reír a la gente como un mono. -dijo un flaco de lentes oscuros rascándose la oreja.
– A propósito -dijo el gordo- ¿Quién dijo usted que había salido gobernador, don colo?